Ellos decidieron terminar con aquel futuro que vislumbraba felicidad.
Ahora tienen que repartirse las cosas que eligieron para aquella vida soñada.
Ella le dejó el comedor donde él había probado los mejores platillos hechos con el corazón, donde habían brindado siempre por su amor, donde habían jugado partidas interminables de juegos de mesa, donde habían compartido las mejores navidades en familia y vivido momentos ricos con amigos de la vida para que sienta el vacío del gran amor.
Le dejó la licuadora de aquel color que llenaba de vida el espacio para que él nunca olvide sonreír. Le dejó todo lo de aquella cocina donde habían bailado sus pasos secretos y disfrutado de la vida, para que el no busque menos que eso.
Ella le dejó aquel sillón rojo donde pasaron horas viendo sus series favoritas para que el disfrute su soledad.
Ella le dejó un mueble grande donde guardaba sus carteras, sombreros y detalles que el siempre le regaló para que el lo vuelva a llenar de recuerdos hermosos.
Ella le dejó la caminadora donde se habían ejercitado para estar lindos para el otro para que siga lleno de salud.
Ella le dejó el televisor del cuarto, aquel que se apagaba después de las buenas noches y los besos de calma, para que el no extrañe mucho su olor.
Ella le dejó casi todo, casi todo lo material, pero también le dejó su sonrisa e ilusión.
Ella solo se llevó 5 cosas:
(1) Su cama para recordar nunca más compartirla con quien no la supiera valorar.
(2) Los cubiertos para recordar que empezar de nuevo era como dar vuelta con el tenedor, cortar con el cuchillo lo que no le hace bien y agrupar con la cuchara todos los sentimientos positivos que pudiera tener.
(3) Se llevó la radio porque sabía que por un tiempo la melancolía y el recuerdo la invadirían y necesitaría música para alegrar su alma.
(4) Se llevó un mueble blanco que representaría el inicio de su nueva vida.
(5) Y un televisor, para dejar prendido en caso de dolor.
Ella no quería más que amor, pero el amor se fue por su balcón.